miércoles, enero 18, 2006

Hay quienes se toman vacaciones y hay quienes huyen maldiciendo la ciudad, con promesas de cambio de vida y aislamiento absoluto durante quince o veinte días, a la espera ansiosa de un retorno en cero para enfrentar la vorágine diaria. Para esos ermitaños de temporada, que más allá de protestas catódicas no dejarían su hogar sin la laptop bajo el brazo, una lista de peliculillas para acentuar esa sensación, momentánea y juguetona, de paranoica soledad. No: no vamos a recomendar El Resplandor.

Duro de Matar (Die Hard, John McTiernan, 1988) Considerada, hoy, una de las mejores películas de acción de la historia inauguró un subgénero: la aventura claustrofóbica, el héroe encerrado en un mismo espacio con los villanos. Una película imposible de dejar de ver y rever mil veces.

Rashômon (Akira Kurosawa, 1950) Oscar a la mejor película extranjera y desembarco definitivo del cine Nipón en Hollywood, esta obra maestra muestra a tres hombres de distinta clase social, mientras se refugian de la lluvia en un templo abandonado y analizan un asesinato desde diferentes puntos de vista. Con la ventaja de la buena edición en dvd, conviene tener siempre presente esta perla cinematográfica.

Doble de cuerpo (Body Double, Brian De Palma, 1984) El director recurre a su pasión Hitchcockiana para contar un thriller con un protagonista claustrofóbico que se convierte en testigo de un asesinato a partir de su placer voyuerista.

La Comunidad (Álex de la Iglesia, 2000) En su recorrida por todos los géneros, el talentoso director español realizó su mejor film a partir de una historia de suspenso. Millones de pesetas, un descubrimiento fortuito y una Carmen Maura increíble, atrapada en un edificio de vecinos tan delirantes como peligrosos.

La Conversación (The Conversation, Francis Ford Coppola, 1974) Después del primer Padrino, Coppola realizó este film mucho menos ambicioso pero de increíble intensidad, donde narra las angustias paranoicas de un espía vigilado. Casi todo rodado en el mismo escenario y con una actuación magistral de Gene Hackman.

Tarde de Perros (Dog Day Afternoon, Sidney Lumet, 1975) Un robo a un banco que tenía que durar 10 minutos, se convirtió en un show mediático entre los asaltantes, la policía y un grupo de vecinos curiosos. Lumet mantiene una tensa calma durante dos horas en una película que, de movida, ya tiene un final anunciado.

Ascensor hacia el cadalso (Ascenseur pour l’échafaud, Louis Malle, 1958) Una joya del cine negro francés que cuenta la historia de una pareja de amantes que planea el asesinato de un esposo lejano y poderoso. El crimen perfecto se frustra cuando, una vez cometido el acto, el asesino queda atrapado en el ascensor que da título al film. Por si fuera poco, la trompeta suave de Miles Davis recorre toda la película, en una de sus pocas, pero gloriosas, colaboraciones con el cine.

Alien (Ridley Scott, 1960) Para algunos una película de ciencia ficción y para otros de terror. Lo cierto es que fuera de los rótulos, este film claustrofóbico marcó varios hitos: una heroína nada convencional, una de las escenas más revulsivas jamás filmada y el monstruo más amado de la historia del cine.

(Nota publicada en la revista Metropolis Buenos Aires - Enero/Febrero 2006)

1 Comentarios:

Blogger Grupo Belerofonte dijo...

Coincido con todas menos con La Comunidad, que me parece que hay muchos mejores films de Alex de la Iglesia y con la francesa, que no la vi.

enero 23, 2006 11:57 a. m.  

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